Ésta era una de las frases más célebres de Carl Sagan, “somos polvo de estrellas”. Pero la frase se hizo célebre básicamente por su nivel estético, por su romanticismo, como metáfora celestial de una cosmovisión homocéntrica muy alejada de la intención real de este genio de la divulgación científica.
La intención real de la frase es su interpretación literal. Somos literalmente polvo de estrellas. Todas las partículas que componen nuestro cuerpo, nuestros huesos, corazón, nuestra sangre, cerebro, mente, conciencia, nacieron en los hornos de fusión atómica que son las estrellas. Cada uno de los átomos que nos componen, el carbono, el sodio, el oxígeno, todos, se formaron en el interior de estrellas anteriores a nuestro sol. Estrellas que al morir expulsaron al espacio, en sus últimas y violentas convulsiones, todas las materias primas que con el paso de millones de años formaron los planetas y todo lo que en ellos existe, incluida la vida, nuestra vida.
Mirar hacia el cielo, nos puede brindar una explicación más precisa acerca del por qué se dice que somos polvo de estrellas. Las estrellas nacen, tienen una vida bastante larga y después de muchos millones de años evolucionan. Esta evolución consta de varias etapas, una de ellas se identifica como la nebulosa planetaria.
Las nebulosas planetarias son objetos celestes considerados el resultado final de la evolución de una estrella. El conocimiento que se tiene, es que cuando una estrella deja de consumir hidrógeno, el núcleo tiene a expandirse y se produce un gas que se propaga y calienta la superficie de la estrella, lo que hace que la estrella emita calor y adquiera una visión espectacular a la vista telescópica.
Actualmente se estudia la nebulosa y su estrella central, su objetivo es conocer lo que sucede al interior del núcleo de la estrella. Por ejemplo, las teorías del conocimiento que abordan el tema aseguran que cuando el universo se creó todo era hidrógeno y una pequeña cantidad de helio, y no existían los elementos tan complejos que actualmente existen en nuestra vida; entonces la pregunta que surge es: ¿cómo se originaron el resto de los elementos?
Al respecto, la teoría dice que el resto de los elementos se crearon en el centro de las estrellas y así la fusión de helio e hidrógeno en distintas combinaciones moleculares, dio lugar a la creación de otros elementos químicos. Sin embargo, no se ha podido demostrar a nivel experimental esta fusión molecular y, por ello, para llegar a esas conclusiones es necesario modelar la vida de las estrellas.
Este proyecto es de gran impacto en el sentido de que agrupa a estudiosos del tema que antes emprendían sus proyectos en solitario, y la información que sustentaba sus resultados podía variar de un grupo de científicos a otro. Ahora, este proyecto permite compartir los resultados de cada especialista y al final se puede cotejar entre quienes estudian las estrellas centrales o las nebulosas.
Finalmente, este proyecto de investigación busca comprobar o rechazar algunas de las teorías de energía nuclear acerca de la creación de nuevos elementos químicos. Se sabe que en las atmosferas de las nebulosas existen todos los elementos químicos que conocemos, de ahí se sostiene la idea de que somos polvo de estrellas.
La intención real de la frase es su interpretación literal. Somos literalmente polvo de estrellas. Todas las partículas que componen nuestro cuerpo, nuestros huesos, corazón, nuestra sangre, cerebro, mente, conciencia, nacieron en los hornos de fusión atómica que son las estrellas. Cada uno de los átomos que nos componen, el carbono, el sodio, el oxígeno, todos, se formaron en el interior de estrellas anteriores a nuestro sol. Estrellas que al morir expulsaron al espacio, en sus últimas y violentas convulsiones, todas las materias primas que con el paso de millones de años formaron los planetas y todo lo que en ellos existe, incluida la vida, nuestra vida.
Mirar hacia el cielo, nos puede brindar una explicación más precisa acerca del por qué se dice que somos polvo de estrellas. Las estrellas nacen, tienen una vida bastante larga y después de muchos millones de años evolucionan. Esta evolución consta de varias etapas, una de ellas se identifica como la nebulosa planetaria.
Las nebulosas planetarias son objetos celestes considerados el resultado final de la evolución de una estrella. El conocimiento que se tiene, es que cuando una estrella deja de consumir hidrógeno, el núcleo tiene a expandirse y se produce un gas que se propaga y calienta la superficie de la estrella, lo que hace que la estrella emita calor y adquiera una visión espectacular a la vista telescópica.
Actualmente se estudia la nebulosa y su estrella central, su objetivo es conocer lo que sucede al interior del núcleo de la estrella. Por ejemplo, las teorías del conocimiento que abordan el tema aseguran que cuando el universo se creó todo era hidrógeno y una pequeña cantidad de helio, y no existían los elementos tan complejos que actualmente existen en nuestra vida; entonces la pregunta que surge es: ¿cómo se originaron el resto de los elementos?
Al respecto, la teoría dice que el resto de los elementos se crearon en el centro de las estrellas y así la fusión de helio e hidrógeno en distintas combinaciones moleculares, dio lugar a la creación de otros elementos químicos. Sin embargo, no se ha podido demostrar a nivel experimental esta fusión molecular y, por ello, para llegar a esas conclusiones es necesario modelar la vida de las estrellas.
Este proyecto es de gran impacto en el sentido de que agrupa a estudiosos del tema que antes emprendían sus proyectos en solitario, y la información que sustentaba sus resultados podía variar de un grupo de científicos a otro. Ahora, este proyecto permite compartir los resultados de cada especialista y al final se puede cotejar entre quienes estudian las estrellas centrales o las nebulosas.
Finalmente, este proyecto de investigación busca comprobar o rechazar algunas de las teorías de energía nuclear acerca de la creación de nuevos elementos químicos. Se sabe que en las atmosferas de las nebulosas existen todos los elementos químicos que conocemos, de ahí se sostiene la idea de que somos polvo de estrellas.